La fecha del estreno fue irónica. Trabajo en BAM, uno de los centro culturales más importantes de Nueva York y donde se proyecta actualmente el episodio VII. Al no tener la seguridad de trabajar el el turno del cine el día del estreno tomé la decisión de no comprar boleto en algún otro cine, pues tal vez tendía la fortuna de estar en el estreno. Al final no trabajé ese día, no pude conseguir entrar ya que obviamente todo estaba saturado. Imagínense la escena. Estoy como loco un día antes consiguiendo boletos para la mítica función de las 12 AM del 18 de diciembre (mis amigos de México ya la habían visto, puesto que se estrenó un día antes)
¡Finalmente conseguí un boleto para la función de la 1 AM!
Como cada estreno de Star Wars, fans con todo tipo de de atuendos, accesorios y las ganas de contar y probar sus conocimientos sobre una galaxia muy lejana. Y como en cada estreno, la adrenalina y la emoción fluyen en sintonía al ver y escuchar el logo de la saga. La sala en total explosión de alegría. ¡¡Éxtasis total!! Ver a los nuevos personajes en pantalla, las nuevas caras de Lado Oscuro y la Luz, el déjà vu con el Halcón Milenario, el reencuentro de Han Solo, Chewbacca, la Princesa Leia y los androides C3PO y R2D2. Momentos de acción que hacían transcurrir la película como un cortometraje y al mismo tiempo no queriendo que terminara. La muerte de Han Solo sin duda una escena y un momento SW para las épocas. La esperada presentación de Luke al final de la película y el sentimiento de querer más. Después de la espera ritual al término de los créditos, nada especial pasó. Sólo salir a las 4 AM en un trance emocional por las emociones vividas y de regreso a la galaxia urbana.
En la embriaguez de la noche anterior fui seducido por la inmensa información devorada en blogs y sitios dedicados para la ocasión, lo mismo editoriales de plataformas de cine consolidadas que fansites en Tumblr y Youtube. Una gran diversidad de posturas geeks y académicas obstinadas en compartir hallazgos en errores de continuidad y de la trama. Uno que otro escritor incisivo en sus comentarios como Seth Abramson que incluso tuvo que escribir un segundo y tercer blogs contradiciendo sus comentarios del primer blog después de los feroces ataques de los lectores. Una auténtica guerra mediática y claro ejemplo del impacto de la cultura popular que detona Star Wars y sus ramificaciones globales.
A pesar de haber leído todas esas voces a altas horas de la noche y las primeras de la mañana, me zambullí de nuevo en polvo de estrellas galácticas para disfrutar una vez más el episodio VII. No han pasado ni 24 horas desde el estreno en EUA y ahora finamente en la gran pantalla del Teatro Harvey de BAM en 3D. Mismo rango de emociones pero recargadas en intensidad y calidad. Ahora la atención, más enfocada en observar detalles de la fotografía, movimientos de cámara, efectos digitales y tratando de tener balance con la fuerza. Confesiones de un geek SW, sabiendo lo que venía, analizando los silencios que van construyendo este momento, ahora la muerte de Han dolió más pero aceptándola en el fondo para que se esclarezcan momentos y sucesos claves en los 30 años de distancia con respecto al episodio anterior. Pero sobre todo, esa ansiedad de acceder a la información que el Universo Expandido y otros productos han construido en torno a la mitología Star Wars.
Ahora casi 3 días para meditar sobre lo acontecido emocional,cultural y económico rumbo a la primera semana de La Fuerza Despierta. Las primeras cifras de la taquilla mundial no se han hecho esperar. Queda claro la confirmación de la maquinaria que es la franquicia SW, aplastando el dinero generado por otras películas que rivalizaban en tamaño y por otras que tuvieran la mala suerte de estrenarse el mismo día o en la misma temporada. Atinados los comentarios de Quentin Tarantino reclamando el canibalismo comercial de Walt Disney por las restricciones de estreno frente a su cinta The Hateful Eight.
Siento la luz cálida al lado del proyector. Es una calidez especial ya que ocasionalmente me quito los lentes 3D por dos motivos: absorber las imágenes desfasadas en el enfoque y tener una experiencia religiosa en la saga. Y por otro, observar y sentir el trance emocional que todos en la sala estamos viviendo. Una experiencia mágica que ya forma parte del colectivo imaginario en donde somos testigos de la continuación del rito generacional que se ha convertido una entrega más de la saga. Gritar, aplaudir, reír en momentos claves de la película. Aquí se ha convertido en toda una tradición familiar, y en el caso del público y fanáticos estilo Brooklyn, somos mesurados pero podemos explorar en cualquier momento.
Inmersión total en el universo de Star Wars. Reconexión con el niño de 10 años que vio por primera vez El Imperio Contraataca en cines. Saboreando cada escena como un flasbank de las memorias de las primera trilogía, haciendo un recuento de la segunda trilogía en mis años de universidad e historias alternas y subsecuentes en el transcurso de los años. Ahora un niño com más información emocional sobre acontecimientos transcurridos hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana… que la vez compre algunas figuras de acción para acrecentar una moderada colección de juguetes y memorabilia, que explote su cabeza leyendo las series de comics para estar actualizado y estar al pendiente de los spin offs en el 2016.
Una ansiedad y depresión post Star Wars, Episodio VII que únicamente se curará con ir a verla esta semana por quinta vez. Tal vez en busca de la Fuerza o de aclarar finalmente el significado de que por qué Greedo no disparó primero. May the Force Be With You.